Un pobre leñador, agobiado bajo el peso de los haces y de los años, cubierto de ramaje, encorvado y quejumbroso, camina a paso lento, en demanda de su ahumada choza. Pero, no pudiendo ya más, deja en tierra la carga, cansado y dolorido, y se pone a pensar en su mala suerte. ¿Qué goces ha tenido desde que vino al mundo?¿Hay alguien más pobre y mísero que él en la redondez de la tierra ?El pan le falta muchas veces, y el reposo siempre: la mujer, los hijos, los soldados, los impuestos, los acreedores, la carga vecinal, forman la exacta pintura de sus desdichas. Llama a la muerte; viene sin tardar y le pregunta qué se le ofrece “Que e ayudes a volver a cagar estos haces; al fin y al cabo no puedes tardar mucho”
La muerte todo lo cura; pero bien estamos aquí: antes padecer que morir, es la divisa del hombre.
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1 comentario:
Presente este episodio, cuando era niño cuando habia centros literarios, me disfrace del leñador.
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