domingo, 9 de septiembre de 2007

El niño y el maestro de escuela


En esta fabulita quiero haceros ver cuán intempestivas son a veces las reconvenciones de los necios.

Un muchacho cayó al agua, jugando a la orilla, del sena. Quiso Dios que creciese allí un sauce, cuyas ramas fueron su salvación. Asido estaba a ellas, cuando pasó un maestro de escuela. Gritole el niño: “¡Socorro, que muero¡”El dómine , oyendo aquellos gritos, volviese hacia él, muy grave y tieso, y de esta manera le adoctrinó : “¿Habráse visto pillete como el ? Contemplad en que apuro le ha puesto su atolondramiento. ¡Encargaos después de calaverillas como este! ¡Cuán desgraciados son los padres! Que tienen que cuidar de tan malas pécoras! ¡Bien dignos son de lastima!” y terminada la filípica, sacó al muchacho a la orilla.
Alcanza esta crítica a muchos que no se lo figuran. No hay charlatán, censor, ni pedante, a quien no siente bien el discursillo que he puesto en labios del Dómine. Y de pedantes, censores y charlatanes, es larga la familia. Dios hizo muy fecunda esta raza. Venga o no venga al caso, no piensan en otra cosa que en lucir su oratoria.-Amigo mío sácame del apuro y guarda para después la reprimenda.

2 comentarios:

Mariela dijo...

Hola quisiera hacer una pregunta, de qué libro has sacado estas fábulas? SOn versiones originales o adaptadas por alguien?
Están muy bonitas, muchas gracias

Timur dijo...

De fabulas, cuentos y leyendas Uteha (1983).