martes, 21 de agosto de 2007

La rana que quizo hincharse como un buey

Vio cierta rana a un buey, y le pareció bien su corpulencia. La pobre no era mayor que un huevo de gallina, y quiso, envidiosa, hincharse hasta igualar en tamaño al fornido animal.
"Mirad, hermanas, decía a sus compañeras;¿es bastante?¿No soy aún tan grande como él?-No-¿?Y ahora-Tampoco-¡Ya lo logre!-¡Aún estas muy lejos!"
Y el bichuelo infeliz hinchóse tanto, que reventó.

Lleno está el mundo de gentes que no son más avisadas. Cualquier ciudadano de la medianía se da ínfulas de gran señor. No hay principillo que no tenga embajadores. Ni encontraréis marques alguno que no lleve en pos tropa de pajes.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es un principio sabio conocer quienes somos, cómo somos y hasta dónde podemos llegar.

Vivir envidiando a los demás sólo puede acarrear infelicidad y frustración.

Contemplemos a los grandes sabiendo que su tamaño está a la altura de sus grandes problemas.

Y observemos a otros más pequeños que nosotros con respeto y admiración.

Puede darse el caso que quien ensombresca el sol de nuestra existencia y nos ponga tristes de rabia y envidia, sea una persona pequeña y humilde.

Eli